La muralla. (1ª parte)

sábado, 8 de diciembre de 2007


Una pared más para Pericles. Andando en su “vieja bicicleta”, ha recorrido la ciudad en que vive, hasta el límite: una extraña pared de ladrillos más o menos de unos tres metros y medio, enorme para este pequeño.

El día en que su padre le trajo para navidad una bicicleta que compro en el basar de “Ramón” el único que conoce la salida de la ciudad y trae cachureos de segunda mano que por aquí es la ultima novedad, si es que se puede decir así. Salió en ese mismo instante a lucir su nueva bici, que de nueva tenía solo el dueño, cuantos traseros se habrían posado ahí, pero que les importa, es lo mejor de lo mejor, dentro de la ciudad. Cuando aprendió a manejarla por completo salía a las tres de la tarde en punto y volvía a las seis con minutos, pero justo para la once, y la primera muralla que encontró fue justo a la vuelta de de su casa, por una larga calle sucia, húmeda y vacía. A solo cinco cuadras encontró aquella sorpresa que no sé explicaba. ¿Qué demonios hace una muralla ahí? Fue la pregunta que no supieron responder sus pobres padres.

-El muro siempre a estado, es parte de la ciudad. –dijo su padre.

-No le busque la quinta pata al gato, ¿Quién se pregunta porque el cielo esta arriba? –dijo su madre.

Y así continuó esta rutina. Feliz se sentía cada vez que topaba con una muralla nueva, sentía que topaba con el fin del mundo, y así fue conociendo muralla tras muralla. Dibujo los bordes de su ciudad guiándose por las murallas. Cuando vio que a su mapa le faltaba la última muralla para toparse con el punto de inicio, sintió un cosquilleo inquietante en su estomago, en su espalda, en el pelo, en todo su cuerpo...

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