
Se detuvo justo donde debía estar, metió la mano al bolsillo y saco un arrugado papel, lo estiro sin mucho agrado y al leer lo que se supone debería ser el primer paso –como estaba escrito- aquella frase le empezó a dar vueltas en la cabeza. Tenía un pasado que lo condenaba con los primeros pasos. Como el primer beso.
Quien dice si fue muy tarde o temprano, a los 19 fue la primera vez que sintió amor. Era una chiquilla de ojos verdosos y tierna piel, que le desgarraba el sueño. La había visto ya 5 veces seguidas subirse por las tardes a la micro, vendiendo collares artesanales, cuando él iba al preu. Pasó un fin de semana entero pensando en una conversación, una invitación, un momento; para decirle que se estaba derritiendo y no era por los 31 grado de Santiago. Fue así como día tras día en el micro ella le fue dando a pedazos su confianza, hasta el momento en que él la invito a tomarse algo a su departamento, total su padre siempre volvía tarde. Y fue así como entre borrachera ella puso sus brazos en los hombros del muchacho y le dio un calido beso hasta entregarse fácil y sedosa a las manos excitadas del hombre.
“Primer paso: Recuerda que antes de entrar debes tener puestos el yoquey y los lentes. Dile a la señorita de recepción que estas invitado a la habitación 32. Si te pide nombre dale el mió.”
Aquella noche sintió que entre sus brazos tenia a una palomilla extraviada que solo buscaba quien la cuidara. Ya que entre sus confidencias contó que su padre ganaba millones en un trabajo “turbio” que, a ella, no le gustaba y que vendía collares para algún día irse a vivir bien lejos.
Se enamoro profundamente. Era una mezcla entre ambición y pasión, si era la única mujer que a amado en la vida. Eso lo supo el primer día en que se entero que ella salía con otro hombre a la vez. La vio, cuando iba al preu, lo estaba abrazando entremedio de la ola de gente. Por su aspecto jamaicano supo que fue él quien le enseño a hacer collares artesanales a ella.
Ahora, no le interesaba si ella lo amaba menos que a ese, solo que no tocase otra carne mas que la suya.
Por la noche se encontraron de nuevo en su departamento le pidió entre besos que dejase a ese hombre, pero ella le respondió de manera seria –Él esta primero que tú- mira su reloj, rápidamente se viste y se marcha, sin decir chao, dejando la puerta abierta.
Quien dice si fue muy tarde o temprano, a los 19 fue la primera vez que sintió amor. Era una chiquilla de ojos verdosos y tierna piel, que le desgarraba el sueño. La había visto ya 5 veces seguidas subirse por las tardes a la micro, vendiendo collares artesanales, cuando él iba al preu. Pasó un fin de semana entero pensando en una conversación, una invitación, un momento; para decirle que se estaba derritiendo y no era por los 31 grado de Santiago. Fue así como día tras día en el micro ella le fue dando a pedazos su confianza, hasta el momento en que él la invito a tomarse algo a su departamento, total su padre siempre volvía tarde. Y fue así como entre borrachera ella puso sus brazos en los hombros del muchacho y le dio un calido beso hasta entregarse fácil y sedosa a las manos excitadas del hombre.
“Primer paso: Recuerda que antes de entrar debes tener puestos el yoquey y los lentes. Dile a la señorita de recepción que estas invitado a la habitación 32. Si te pide nombre dale el mió.”
Aquella noche sintió que entre sus brazos tenia a una palomilla extraviada que solo buscaba quien la cuidara. Ya que entre sus confidencias contó que su padre ganaba millones en un trabajo “turbio” que, a ella, no le gustaba y que vendía collares para algún día irse a vivir bien lejos.
Se enamoro profundamente. Era una mezcla entre ambición y pasión, si era la única mujer que a amado en la vida. Eso lo supo el primer día en que se entero que ella salía con otro hombre a la vez. La vio, cuando iba al preu, lo estaba abrazando entremedio de la ola de gente. Por su aspecto jamaicano supo que fue él quien le enseño a hacer collares artesanales a ella.
Ahora, no le interesaba si ella lo amaba menos que a ese, solo que no tocase otra carne mas que la suya.
Por la noche se encontraron de nuevo en su departamento le pidió entre besos que dejase a ese hombre, pero ella le respondió de manera seria –Él esta primero que tú- mira su reloj, rápidamente se viste y se marcha, sin decir chao, dejando la puerta abierta.
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